29 agosto, 2019

Innovación chilena de bolsas hidrosolubles conquista mercados mundiales

Solubag ya se vende en Latinoamérica, Estados Unidos y Europa. El producto se disuelve en agua, no contamina y cuenta con aprobación de la FDA.

Sólo cinco minutos toma ver la disolución de las bolsas de Solubag en el agua; el mismo efecto que producen cuando se introducen en los océanos, pero con una particularidad: no contaminan el medioambiente, cuentan con aprobación de Food & Drug Administration (FDA) y, como no son tóxicas, preservan la vida de todas las especies marinas.

Como dato, una bolsa tradicional de plástico puede permanecer hasta 500 años intacta, cobrando la vida de cientos de animales y contaminando el ecosistema.

“Están hechas de PVA, que es alcohol de polivinilo, un material hidrosoluble al que le sumamos otros de origen natural. Es 100% amigable con el medioambiente y es su gran diferencia con respecto a otros productos”, asegura Roberto Astete, cofundador de Solubag.

El trabajo de Cristián Olivares, Patricio Cabezas, Roberto Astete y Alejandro Castro como socios de esta exitosa empresa, se remonta al 2014, cuando los profesionales de Concepción decidieron dejar a un lado el detergente concentrado, encapsulado en mini bolsas. Incluso esta innovación también se llevó al formato de tela, que sólo necesita agua de 80° Celsius para eliminarse.

La rápida incorporación a los mercados internacionales

A menos de un año de su lanzamiento en diciembre pasado, del apadrinamiento de University Singularity, la incorporación a Silicon Valley Group, y el Premio Avonni 2018 en la categoría de diseño industrial, Solubag ya tiene presencia en nueve países latinoamericanos: Chile, Perú, Argentina, Colombia, Ecuador, Panamá, Costa Rica, El Salvador y México. Asimismo, se encuentra en Noruega, República Checa, Suecia, España e Italia en Europa.

Esta veloz internacionalización continúa en auge, motivo por el cual su socio director, Patricio Cabezas, tiene en mente nuevos desafíos. “Tenemos un plan de negocios, cuyo objetivo principal es poder reemplazar, en una primera etapa, a los plásticos de primer uso”, cuenta el ejecutivo.

“Queremos crecer en Estados Unidos y expandirnos rápidamente en el mundo. Para eso estamos buscando partnerships en distintos países, generando consciencia con este producto. El objetivo es que se comience a usar, que vean su efectividad y que genere un impacto ambiental positivo y real”, añade Cristián Olivares, socio de Solubag y clave en el reciente acuerdo comercial con EE.UU.

Por su parte, Astete piensa en novedades para Chile. “Esperamos en el corto plazo tener muy buenas noticias en nuestro país, porque el objetivo es instalar aquí una gran planta de suministros para el mundo”, adelanta.

Solubag ya aumentó su presupuesto en I+D y tiene fábricas en China, Chile y México. El mercado asiático aún es un desafío, y quieren empezar por China, Taiwán, India y Bangladesh.