2 agosto, 2019

La rápida evolución de la impresión 3D y su impacto en las innovaciones chilenas

El 24% de las impresiones tridimensionales corresponden al sector industrial. En Chile, ya han creado corazones, huesos y estructuras dentales.

Diseñan modelos de órganos humanos, como el corazón; incluso vértebras de la columna, que imprimen en tres dimensiones para solucionar a las patologías de los pacientes que requieren intervención quirúrgica. Esta es la labor de Plan 3D, un proyecto innovador que apoya a médicos y odontólogos, creando también biomodelos de tejidos óseos y blandos.

Cuesta creerlo, pero los avances de la tecnología 3D han alcanzado el área médica, de la salud, la aeroespacial, automotriz, y sobre todo la industrial, que es la mayor con el 24%, según se explica en “El Mercado Laboral de la Impresión 3D” de 3D Natives 2019.

“Un médico nos contó que su problema era que cada vez que operaba tenía la incertidumbre de no saber con qué se iba a encontrar, pese a que siempre se realizaban exámenes previos a los pacientes. Entonces, comenzamos trabajando en prototipos de órganos 3D y, actualmente, lo hacemos con la Fundación Dr. Jorge Kaplan, diseñando partes del corazón, como arterias, venas y válvulas para sus simulaciones de cirugías”, explica Carolina Chávez, diseñadora industrial y directora general de Plan 3D.

El auge de “la nueva revolución industrial”

El desarrollo de la impresión 3D comenzó en 1981 con profesionales del Instituto de Investigaciones de Nagoya en Japón, pero después del 2000 esta innovación adquirió relevancia en el mercado nacional e internacional.

La directora general de Plan 3D, Carolina Chávez, agrega que crearon una plataforma online en tres dimensiones con el apoyo de Corfo, donde “el médico puede subir archivos radiológicos de sus pacientes (exámenes), indicándonos qué órgano (s) quiere trabajar. Después, le compartimos una versión tridimensional y, una vez aprobada, la imprimimos en 3D para entregarle el prototipo en 2 o 3 días hábiles”, dice.

El impacto de esta tecnología también llegó a las universidades, donde la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC) es una de las pioneras y a través del área «Print 3D Impresión de Biomodelos», se dedica a la fabricación digital de estructuras óseas para clínicas y hospitales.

Otro gran impulsor de la impresión 3D a nivel académico es Aconcagua FabLab de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica de Valparaíso. El laboratorio móvil de fabricación digital, liderado por un equipo de docentes, hace uso de tecnologías en terreno para enseñarles a sus alumnos a potenciar sus proyectos y emprendimientos. Incluso, trabajaron junto a Plan 3D en prototipos de corazón para los alumnos de segundo año de medicina de la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos.

El desafío de las impresiones 3D en Chile

En 2006 se creó el proyecto RepRap, consistente en la primera impresora de código abierto y de escritorio. Esta iniciativa permitió que las impresoras 3D fueran más accesibles y pudieran estar en cada hogar, gracias a la colaboración de expertos de todo el mundo, que se centraron en la Universidad de Cambridge.

Juan Carlos Jeldes, diseñador industrial y docente de Aconcagua FabLab, dice que “la industria nacional se está automatizando. Por eso, creo que a nivel tecnológico, las impresiones 3D ya están teniendo éxito con fines pedagógicos para guardar archivos en repositorios o piezas valiosas, como lo hace el Museo de Historia Natural. Todo se respalda en la nube”, aclara.

Pero el desafío también es para los usuarios, pues “la nueva revolución industrial” es el escenario ideal para los makers. Esto quiere decir que las personas tendrán la libertad de diseñar lo que necesiten, pero también de darle utilidad a sus impresiones 3D porque serán productores y consumidores a la vez.

Probablemente, en unos años más las impresiones en tres dimensiones, como las de órganos humanos, adquieran movimiento y funciones específicas. El tiempo nos dará una respuesta.